Ensayo: Autonomía de la monstruosidad de Adriana Mercado


Tanto en Bolivia como en ciertos países de Latinoamérica y el mundo, debido a las manifestaciones generadas por las fuertes crisis políticas, marcadas por protestas callejeras y disturbios, las personas se han estado preguntando sobre la autonomía y la independencia de sus opiniones, deseos y criterio. Persecuciones políticas, prensa imparcial, noticias falsas, y después, la pandemia; son las marcas que han detonado en una búsqueda significante, en la reapropiación –con más urgencia– del único espacio que parecería quedarnos como una apertura a la autonomía que los grandes sistemas han intentado coartar: el cuerpo.

El cuerpo como espacio autónomo marca una soberanía que reside en un mundo ilimitado de apuestas. Danza, yoga, literatura, fotografía, ilustración, grabado, etc., son algunas de las opciones que han explorado desde hace ya algún tiempo la capacidad de reinventar y reivindicar la manera de posicionarnos ante el mundo. El cuerpo es considerado entonces un espacio de disidencia, que permite cuestionarnos bajo qué mecanismos se construye el cuerpo normal, y cómo estos mecanismos han fabricado maneras y modos de mirar el deseo y lo bello. Es a partir de este encuentro con lo imperfecto, lo anti sistemático, lo deforme, lo no-válido, lo no-sano, que el arte de LITIGIO (Jorge Gamarra) nos permite cuestionarnos libremente el espacio del cuerpo y su constitución.

LITIGIO parte de la ilustración narrando desde la primera persona –una primera persona plural– que problematiza las realidades corporales y por ende nuestra historia colectiva de las mismas. Según Len Barton, la diversidad de los cuerpos ha sido construida en torno a la idea de una normalidad como categoría sociocultural relacionada con nociones de salud. Es dentro de este imaginario colectivo y simbólico que la condición humana puede llegar a ser infravalorada, pues es reducida a su experiencia funcional. Un cuerpo adecuado sería un cuerpo productivo, capaz de trabajar y generar plusvalía para insertarse a la corriente del sistema económico y social. Los cuerpos ilustrados aquí, no buscan insertarse a dicha corriente, buscan más bien la posibilidad de una autonomía que se cuestione sobre nuestra “productividad”, pues los cuerpos normales han dejado de lado la idea de habitar lo cotidiano, de aquellos espacios que hemos denominado comunes, por apelarnos a las emociones, al pensamiento, y a la presencia misma de nuestros cuerpos: al placer.

En ocasiones, las proporciones de los cuerpos ilustrados nos recuerdan a un dismorfismo poco angustiante, pues a partir de la ausencia de miembros, o el replanteamiento corporal de los mismos que no se adecuan a la estética natural, se presentan alternativas autónomas y libres para habitar un espacio que nada tenga que ver con lo productivo, sino con las maneras de producir a partir de una nueva mirada no estandarizada de nuestros propios cuerpos.

Esta manera de desasociarse de lo corporal, da paso a la visibilización de una cantidad de procesos de transformación de pensamiento, de ordenamiento y de una distinta posibilidad de habitar; no nueva, no vieja, sino distinta. Nos abre el paso a nombrarnos como monstruos, de manera orgullosa, pues toda corporalidad encarnada, es una corporalidad autosuficiente, construida como un cuerpo que hace de espacio para la reflexión y la acción autónomas. La autonomía de la monstruosidad, el yo mutante, el yo dismorfe, terminan visibilizando el yo habito, con mis normas, con mis reglas y con la búsqueda de mi propio placer.

Tenemos a la virgen del Litigio, por ejemplo, que de una manera clara nos da a entender a qué (no) apelamos, pues Gamarra nos dice: “da la casualidad que puedo crear ídolos cuando se me dé la gana, pues hoy es uno de esos días.”, y desacraliza aquello que la norma ha querido regir sobre nosotros. El exceso de ojos denota una apertura a ver más allá de lo que se muestra, es decir, LITIGIO plasma en esos ojos su capacidad de manifestar este potencial de la apertura, que acepta más perspectivas usuales a las comunes, por el simple hecho de detenerse a observar.

Así pues, se plantea también una conciencia política explícita desde nuestros cuerpos, pues es esa diversidad monstruosa la que nos constituye con cualidades infinitas. “Pierdes tu poder para ser mutante”, nos advierte, si llegamos a estandarizar incluso nuestras maneras de alimentarnos, de convivir y de producir. Es necesario entonces, atacar la matriz que nos organiza corporal y sistemáticamente. Atacar al artificio de una realidad que nos atraviesa y que no nos permite una vivencia distinta a la de otros. El arte de LITIGIO nos exige destrozar los discursos previos para poder observar y dialogar dando lugar a las infinitas formas indómitas de habitar la monstruosidad de nuestros cuerpos.

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Puedes encontrar el arte de LITIGIO en:

www.instagram.com/estoyenlitigio/

www.facebook.com/CHOLO.CHONTANO/

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Autora: Adriana Mercado

Nace en La Paz, Bolivia en septiembre del 93. Cocinera, lectora, intento de escribiente, observadora cíclope, transeúnte.

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