Reseña: La literatura era un cuadrilatero. Reseña del libro «El fin de los días que conocimos» de Fabricio Callapa


/ Ana Gabriela Serrano G. /

´´Escribir es proyectar golpes en la oscuridad que vienen de vuelta´´ decía  Budd Schulberg, pero este escritor no solo empuñó la pluma y golpeó, sino que vendó sus manos y se puso los guantes ante un boxeador legendario; Ernest Hemingway un digno adversario que poseía más años y fama que él, hecho favorable, posible en la escritura quizá no así en el cuadrilátero.

Entonces ¿La literatura es boxeo?

A lo largo de la historia, la certeza de la literatura como equivalente al boxeo se impuso con tanta fuerza que no solo ha permitido al boxeo como fuente de inspiración a grandes literatos, sino que ha dado pie (más bien puños) a una saga de escritores boxeadores digna de competir con cualquier otra saga, como los escritores malditos, o la generación beat.

En la teoría de José Luis Alvite, literatura y boxeo decía ´´solo son dos maneras distintas de escupir´´.  Entonces sí, la literatura es boxeo, en el fondo se trata de un combate en situaciones adversas en el que intentan mostrar lo que tienen, cuando suena la campana tanto el boxeador como el escritor están solos en el cuadrilátero con los reflectores encima, a la expectativa del público, boxean con las manos, pero es la cara la que muestran, porque es la cara = el estilo lo que muestra quien eres, y escupes saliva, sangre, historias y palabras que no pueden ser tragadas.

Como es lógico Fabricio Callapa Ramírez es un boxeador joven de peso pesado de su generación,  comparte cuadrilátero con grandes escritores, lo cual lo llevó a alcanzar una madurez temprana en su escritura, su estilo honesto y aplicada a la ejecución de algo preciso, algo tan natural como la cotidianeidad de nuestras vidas, una decidida investigación reflexiva del ´´ yo´´.

En su libro El fin de los días que conocimos el autor se presenta con  Siete asaltos,  siete cuentos escritos en primera persona lanzados como golpes a las costillas, que buscan un deterioro al lector mucho después del impacto. Este libro viene a mostrar la pluralidad de un ´´yo´´ que, más allá de las menciones a un sujeto visto como hueco, como cáscara, como animal, alcanza su formulación en un “Yo en el  tiempo”, pero en un tiempo que tiene lugar en la propia escritura, pues está claro que es la única manera de entender al sujeto auténtico.

En Mosaico encontramos a un ´´yo´´ con un riguroso cumplimiento de un deber que excluía los adjetivos triviales, las imágenes previsibles y la construcción azarosa, un golpe en plena cara capaz de nockearnos.

Basta con leer ´´Cosas que ocurren mientras nadie mira el baño y Declaratoria de un lamedor de cuerpos´´ y verás como el gancho en el estómago te alcanza enseguida, haciéndote un nudo y dejándote sin aire, relatos que resultan crudos y brutales por la psicología que maneja y con una narración limpia y criminal.

El  último cuento titulado ´´El fin de los días que conocimos´´ al que debe su nombre el libro, es quizá donde se aprecia más la secuencia de movimientos, una construcción del tiempo relegado pero a paso firme, una propensión natural para la construcción de las imágenes, pigmentos descarnados arrojados contra el lienzo, con la misma constante que encontramos en los anteriores cuentos, los golpes. Esos golpes que cada uno de los ´´yo´´ ha recibido a lo largo del libro, y es quizá interpretado de manera personal como una especie de humor, pero de tristeza, desilusión amargura y frustración.

Pero existe además un golpe fantasma ese guantazo que no viste venir mientras empezaste a leer el libro  y que te deja atiborrado entre las cuerdas con sensaciones distintas, capaces de convivir todas juntas.

 “La novela siempre gana por puntos, mientras que el cuento debe ganar por nocaut” decía Cortázar  escritor y  padre de la analogía amante del boxeo, por puntos y por nocaut. Pero por qué una ´´chica´´ sigue hablando de boxeo y de letras, y que puede saber ella,  pues nada, solo eso que sabe todo el mundo.  Reconoce una gran pelea, la persistencia y que no siempre Cortazar puede tener la razón, puede un escritor de cuentos dejarse acorralar para agotar al contrincante como una táctica sin dejar de lado su objetivo de derribarlo con un golpe certero y es allí donde se concentra su fuerza, en la capacidad de contar una historia cruda quizá, o cotidiana dejando de lado la sensiblería, la blandura, la exageración y, en general, la impureza de otras historias. Por tanto tenemos frente a nosotros un libro que nos hará disfrutar de un espectáculo tan excitante como una pelea de box.

*

Autora: Ana Gabriela Serrano G.

Arquitecta y escritora autodidacta Chuquisaqueña. Comprometida con las artes literarias, participa en proyectos de fomento a la lectura, publicó el microcuento ´´Miau´´ en la antología literaria Gatos de la cartonera chilena y obtuvo el segundo lugar del concurso Juana Azurduy en la categoría de poesía del año 2019. Actualmente presidenta de la Sociedad de Estudios Patrimoniales de Chuquisaca y trabaja en una revista de divulgación e investigación en esta área. 

Deja un comentario